Mi experiencia en hide con aves rapaces

29 diciembre 2020

Mi estreno en un hide para avistar animales salvajes fue el pasado mes de septiembre, cuando tuve la oportunidad de acercarme a uno de los escondites de Wild Iberian Nature en Navarredonda, en la sierra norte de Madrid.

Tras el duro confinamiento que habíamos pasado en primavera y el extraño verano, nada me apetecía más que pasar una jornada a solas con mi cámara frente a aves rapaces. En mi conversación con Omar Alonso, responsable de Wild Iberian Nature, me comenta que en esos días estaba «entrando» bastante a uno de sus hides una pareja de águilas reales.  Me informa también de que la pareja tiene un pollo ya volantón, pero que aún no se ha atrevido a posarse frente al hide; sin embargo los padres suelen hacerlo entre tres y cuatro veces cada día para alimentarle.

Concertamos la cita una hora antes del amanecer en Buitrago del Lozoya, donde Omar me recoge en su 4×4 y me traslada hasta el hide atravesando múltiples fincas que de otra manera sería imposible, puesto que requieren de llave para cada barrera que él posee.

Vista del embalse de Riosequillo a mi llegada al hide

El sol aún no ha salido y mientras voy colocando los trípodes, las cámaras, el termo de café y el resto de mis enseres, Omar coloca meticulosamente los cebos que servirán para atraer a las rapaces. Me advierte que una vez que se vaya, no podré salir para nada del hide y que cuando dé por finalizada la jornada, le avise por whatsapp para pasar a recogerme. También me dice que es de esperar que no tarden en aparecer una vez que vean que su coche se retira. Y efectivamente, aún no me ha dado tiempo a coger la postura en la silla cuando descubro a la hembra ya posada frente a mí, justo al mismo tiempo que aparece el primer rayo de sol.

Como puedo y sorprendido por lo inmediato de su llegada, capturo los primeros planos, aún a ISOs altos por la escasa luz del alba, pero teñidos del oro del amanecer impactando contra el fondo, lo que demostraba la perfecta ubicación del hide para recoger toda esa magia de luz.

El ave se muestra cauta. Primero observa inerte durante unos minutos y cuando percibe que no hay peligro, se acerca hasta el cebo amarrado y oculto a las cámaras tras un tocón de madera. Permanece comiendo el tiempo suficiente para que pueda grabar varios planos de vídeo y mientras tanto, con la otra cámara, una LUMIX GH5, trato de hacerle todas las fotos que puedo. Tras unos ocho o diez minutos y con la luz ya más alta, se retira volando con el último pedazo de carne. Suspiro emocionado y chequeo el material. Para ser mi primera vez, acabo de capturar unas imágenes que en el monitor me parecen alucinantes, con una combinación de un bellísimo animal, una luz y escenarios maravillosos y una calidad de imagen acentuada por la cámara lenta que aportan los 50 cuadros por segundo a los que estaba grabando.

Mientras espero a la siguiente entrada, reubico los trípodes para tener mejor tiro, ya que el hide está preparado para dos personas y por lo tanto tengo espacio suficiente para moverme a mis anchas estando solo. Al poco rato, mientras grabo planos del entorno, veo en mi visor a una rapaz dirigirse hacia mí de frente a toda velocidad. Cuando quiero reaccionar para grabar su aterrizaje ya la tengo posada en una roca que preside el escenario frente al hide. Vuelvo a recrearme mirándola a través de la cámara. Además, esta vez se ha puesto a «chillar» repetidamente. Esto no me lo esperaba y me encanta escucharla, la sensación es indescriptible.

Al rato aparece el macho en otro posadero y ambos empiezan a despedazar su trozo de carne, cada uno por su cuenta. Como puedo voy tirando planos y fotos a ambos, a diestro y siniestro, nunca mejor dicho. De repente, la hembra sale a toda velocidad hacia mi derecha y observo que algo más allá, sobre una gran mole de granito, tengo a un milano real con otro trozo de carne. En cuanto se acerca el águila, huye despavorido y se inicia una persecución en el aire que me deja atónito. En apenas cinco segundos he visto cómo la hembra de águila se lanza en picado contra el milano y éste la esquiva con un quiebro in extremis. Me lamento de no haber podido grabarlo, puesto que era imprevisible y a tanta velocidad, prácticamente imposible con la cámara atada al trípode, pero doy gracias de haberlo visto, ya que un mal que padecemos muchos fotógrafos y videógrafos es que muchas veces nos perdemos la experiencia y vivencia personal de lo que estamos capturando con la cámara. Así que en mi recuerdo queda este momento.

En otra de las entradas de la pareja de águilas y con el sol ya muy alto, noto unas grandes sombras sobre el hide. Acaba de llegar un bando de buitres que pasan a ras del hide durante varios minutos pero que no llegan a posarse. Sin embargo sí causan cierto recelo en las rapaces que tengo comiendo frente a mí y trato de captarlo con la cámara. Y así transcurre la jornada, con al menos cinco entradas de la pareja de águilas reales, otras tres o cuatro del milano real y varias también de una valiente corneja, que tal y como me había avisado Omar, advierten de la llegada de las águilas con sus graznidos.

Hacia las tres de la tarde y con el sol ya pegando fuerte en el hide, decido terminar la jornada y avisar a Omar para mi recogida. Todo ha salido perfecto y me llevo un material muy valioso, tando de foto como vídeo, jornada muy provechosa y misión cumplida.

Podéis haceros una idea de la experiencia con este resumen en vídeo:

Ficha técnica:

  • Cámara: LUMIX S1H
  • Objetivo: Lumix S Pro 70-200mm F4 + Conversor 2x
  • Apple ProRes RAW 5.9K a 50 fps via Atomos Ninja V
  • Software de edición y acabado: Final Cut Pro 10.5

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Un comentario en “Mi experiencia en hide con aves rapaces

  1. Javier Feb 6, 2021

    Veo que disfrutasye de una buena jornada. Omar además lo pone fácil todo y es un excelente cicerone. Enhorabuena por los momentos vividos y por el video montado